Monday, April 28, 2014

Zingonia Zingone La Caracola


La caracola

Observo el mundo
desde mi refugio
me asomo y me retiro
sujeto el peso de mi soledad
me muevo en busca de otra ribera
donde calentar mis huesos
y solear mis dudas,
donde acompañar mi nostalgia
con la música de las olas.

Paso a paso me alejo de ti,
paso a paso me acerco más.
Al reventar las sombras
salgo de mi refugio,
la noche canta
bajo un manto de estrellas,
flautas y liras.

En tal serenidad me abandono
hasta advertir que tu primer rayo
traspasa mi túnica de seda.

Retorno triste a mi cueva.
Me encierro bajo la gravedad del deseo
y vuelvo a ser la de siempre,
aquella sinuosa caracola encarcelada.

Zingonia Zingone

Friday, April 25, 2014

XXXIX (YO TE DOY ESTOS VERSOS...) CHARLES BAUDELAIRE


XXXIX

(YO TE DOY ESTOS VERSOS...)

Yo te doy estos versos a fin de que, si mi nombre
Aborda afortunadamente las épocas lejanas,
Y hace soñar una noche los cerebros humanos,
Navío favorecido por un gran aquilón,

Tu memoria, semejante a las fábulas inciertas,
Fatiga al lector como un tímpano,
Y por un fraternal y místico eslabón
Queda como pendiente de mis rimas altivas;

Ser maldito a quien, del abismo profundo
Hasta lo más alto del cielo, nada, fuera de mí, responde;
—¡Oh tú que, como una sombra de rastro efímero,

Hollas con un paso leve y una mirada serena
Los estúpidos mortales que te han juzgado amarga,
Estatua con ojos de jade, gran ángel con la frente de bronce!

CHARLES BAUDELAIRE 1857

XI EL DE LA MALA SUERTE (El artista ignorado.) CHARLES BAUDELAIRE.


XI

EL DE LA MALA SUERTE
(El artista ignorado.)

¡Para levantar un peso tan abrumador,
Sísifo, sería menester tu coraje!
Por más que se ponga amor en la obra,
El Arte es largo y el Tiempo es corto.

Lejos de las sepulturas célebres,
Hacia un cementerio aislado,
Mi corazón, cual un tambor enlutado,
Va, tocando marchas fúnebres.

—Más de una joya duerme amortajada
En las tinieblas y el olvido,
Muy lejos de azadones y de sondas;

Más de una flor despliega con pesar
Su perfume dulce como un secreto
En las soledades profundas.

1852 CHARLES BAUDELAIRE. 

XLIII LA ANTORCHA VIVIENTE CHARLES BAUDELAIRE


XLIII

LA ANTORCHA VIVIENTE

Marchan ante mí, estos Ojos llenos de luces,
Que un Ángel sapientísimo sin duda ha imantado;
Avanzan, esos divinos hermanos que son mis hermanos,
Sacudiendo ante mis ojos sus fuegos diamantinos.

Salvándome de toda trampa y de todo pecado grave,
Conducen mis pasos por la ruta de lo Bello;
Son mis servidores y yo soy su esclavo;
Todo mi ser obedece a esa viviente antorcha.

Encantadores ojos, brilláis con el fulgor místico
Que tienen los cirios ardiendo en pleno día; el sol
Enrojece, pero no extingue su llama fantástica;

Ellos celebran la Muerte, vosotros cantáis el Despertar;
¡Vosotros marcháis entonando el despertar de mi alma,
Astros de los cuales ningún sol puede marchitar la llama!

1854 CHARLES BAUDELAIRE.

Y ERA EL DEMONIO DE MI SUEÑO, EL ÁNGEL ANTONIO MACHADO


Y ERA EL DEMONIO DE MI SUEÑO, EL ÁNGEL

Y era el demonio de mi sueño, el ángel 
más hermoso. Brillaban
como aceros los ojos victoriosos, 
y las sangrientas llamas
de su antorcha alumbraron
la honda cripta del alma. 
-¿Vendrás conmigo? -No, jamás; las tumbas
y los muertos me espantan. 
Pero la férrea mano
mi diestra atenazaba. 
-Vendrás conmigo... Y avancé en mi sueño, 
cegado por la roja luminaria. 
Y en la cripta sentí sonar cadenas, 
y rebullir de fieras enjauladas. 

Antonio Machado



UN FANTASMA (III) El marco CHARLES BAUDELAIRE


UN FANTASMA (III) 

El marco

Así como un bello marco agrega a la pintura,
Bien que ella sea de un pincel muy alabado,
Yo no sé qué de extraño y de encantado
Al distanciarla de la inmensa natura,

Así, joyas, muebles, metales, dorados,
Se adaptaban precisos a su rara belleza;
Nada ofuscaba su perfecta claridad,
Y todo parecía servirle de marco.

Hasta se hubiera dicho a veces que ella creía
Que todo quería amarla; pues ahogaba
Su desnudez voluptuosamente

En los besos de la seda y de la lencería,
Y, lenta o brusca, en cada movimiento
Mostraba la gracia infantil de un simio.

CHARLES BAUDELAIRE

UN FANTASMA (IV) El retrato CHARLES BAUDELAIRE


UN FANTASMA (IV)

El retrato

La Enfermedad y la Muerte producen cenizas
De todo el fuego que por nosotros arde.
De aquellos grandes ojos tan fervientes y tan tiernos,
De aquella boca en la que mi corazón se ahogó,

De aquellos besos pujantes cual un dictamen,
De aquellos transportes más vivos que los rayos,
¿Qué resta? ¡Es horrendo! ¡oh, mi alma mía!
Nada más que un diseño muy pálido, con tres trazos,

Que, como yo, muere en la soledad,
Y que el Tiempo, injurioso anciano,
Cada día frota con su ala ruda...

Negro asesino de la Vida y del Arte,
¡Tú no matarás jamás en mi memoria
Aquella que fue mi placer y mi gloria!

1860.

En la oscuridad déjame morar Jhon Dowland


En la oscuridad déjame morar

En la oscuridad déjame morar el suelo será pena 
El techo desesperación para impedir toda luz alegre en mi
Los muros de mármol negro húmedos llorarán,
mi música disonante de acordes infernales, para ahuyentar el sueño amigo ...
Y desposado así con mis males, y amante de mi tumba, 
Oh, viviendo, viviendo, déjame morir, hasta que llegue la muerte.

Jhon Dowland 

UN FANTASMA (II) El perfume CHARLES BAUDELAIRE


UN FANTASMA
(II)

El perfume

Lector, ¿alguna vez has respirado
Con embriaguez y lenta golosina
El grano de incienso que satura una iglesia,
O de un "sachet" el almizcle inveterado?

¡Encanto profundo, mágico, con que nos embriaga
En el presente el pasado revivido!
Así el amante sobre un cuerpo adorado
Del recuerdo recoge la flor exquisita.

De sus cabellos elásticos y pesados,
Viviente "sachet", incensario de la alcoba,
Un aroma subía, salvaje y fiero,

Y de sus ropas, muselina o terciopelo,
Todas impregnadas de su juventud pura,
Se desprendía un perfume de piel.

CHARLES BAUDELAIRE.

Thursday, April 24, 2014

CHARLES BAUDELAIRE LAS TINIEBLAS


Las tinieblas

En las cavernas de insondable tristeza
Donde el Destino ya me ha relegado;
Donde jamás penetra un rayo rosado y alegre;
Donde, sólo, con la Noche, áspera huéspeda,

Yo soy como un pintor que un Dios burlón
Condena a pintar, ¡ah! sobre las tinieblas;
Oh, cocinero de apetitos fúnebres,
Yo hago hervir y como mi corazón,

Por instantes brilla, se extiende, y se exhibe
Un espectro hecho de gracia y de esplendor.
En un soñador paso oriental,

Cuando alcanza su total grandeza,
Yo reconozco a mi bella visita:
¡Es Ella! Negra y, no obstante, luminosa.

CHARLES BAUDELAIRE

CHARLES BAUDELAIRE XXXIV EL GATO



XXXIV
EL GATO

Ven, mi hermoso gato, cabe mi corazón amoroso;
Retén las garras de tu pata,
Y déjame sumergir en tus bellos ojos,
Mezclados de metal y de ágata.

Cuando mis dedos acarician complacidos
Tu cabeza y tu lomo elástico,
Y mi mano se embriaga con el placer
De palpar tu cuerpo eléctrico,

Veo a mi mujer en espíritu. Su mirada,
como la tuya, amable bestia,
Profunda y fría, corta y hiende como un dardo,

Y, de los pies hasta la cabeza,
Un aire sutil, un peligroso perfume,
Flotan alrededor de su cuerpo moreno.

1857.

CHARLES BAUDELAIRE

XXI HIMNO A LA BELLEZA CHARLES BAUDELAIRE


XXI HIMNO A LA BELLEZA

¿Vienes del cielo profundo o surges del abismo,
Oh, Belleza? Tu mirada infernal y divina,
Vuelca confusamente el beneficio y el crimen,
Y se puede, por eso, compararte con el vino.

Tú contienes en tu mirada el ocaso y la aurora;
Tú esparces perfumes como una tarde tempestuosa;
Tus besos son un filtro y tu boca un ánfora
Que tornan al héroe flojo y al niño valiente.

¿Surges tú del abismo negro o desciendes de los astros?
El Destino encantado sigue tus faldas como un perro;
Tú siembras al azar la alegría y los desastres,
Y gobiernas todo y no respondes de nada,

Tú marchas sobre muertos, Belleza, de los que te burlas;
De tus joyas el Horror no es lo menos encantador,
Y la Muerte, entre tus más caros dijes,
Sobre tu vientre orgulloso danza amorosamente.

El efímero deslumbrado marcha hacia ti, candela,
Crepita, arde y dice: ¡Bendigamos esta antorcha!
El enamorado, jadeante, inclinado sobre su bella
Tiene el aspecto de un moribundo acariciando su tumba.

Que procedas del cielo o del infierno, ¿qué importa,
¡Oh, Belleza! ¡monstruo enorme, horroroso, ingenuo!
Si tu mirada, tu sonrisa, tu pie me abren la puerta
De un infinito que amo y jamás he conocido?

De Satán o de Dios ¿qué importa? Ángel o Sirena,
¿Qué importa si, tornas —hada con ojos de terciopelo,
Ritmo, perfume, fulgor ¡oh, mi única reina!—
El universo menos horrible y los instantes menos pesados?

CHARLES BAUDELAIRE.