CORAZONES TATUADOS
I
Oh Dios atiende mis plegarias, escúchame, cree en mí.
Sé que eres ruin, aún así envío mis plegarias a tus
desdenes.
Soy como el demente observando fantasmas que nada más
él ve,
así sin decir jamás una palabra,
navegando en el mal tiempo.
Esperando a que caiga la noche para conversar con la luna,
mirándola como un gusano que se asoma de su fosa al
mundo.
Sé que ese fantasma habla y se desplaza luminoso como
un cometa.
Oh Dios atiende mis plegarias, escúchame, cree en mí.
II
Nosotros también éramos monstruos bajo los almendros,
la tarde se metía en nuestros cuerpos,
era como un sorbo de veneno.
Los monstruos desfilaban,
daban vueltas,
les inventábamos historias.
¿Cuál era nuestra historia,
qué maldición nos condenó?
Seguramente el desamor,
y esa sed de amar hasta morir intoxicados.
Nosotros también éramos monstruos bajo los almendros,
la única diferencia era que nuestras heridas estaban cubiertas,
pero bajo costras,
fluía la sangre,
hedía la pus
y el dolor gritaba.